jueves, 21 de agosto de 2008

François TOSQUELLES - Una politica de la locura

François TOSQUELLES:
en Revisión de "QUIMERA" - Otoño de 1991 N° 19
Una política de la locura

François Tosquelles es un psiquiatra psicoanalista de origen catalán. Refugiado en Francia al fin de la guerra de España, trabajó desde 1940 en el hospital de Saint-Alban, en Monte Lozère. El texto que nos presenta aquí es la transcripción íntegra de una película, realizada en 1989, acerca de una entrevista con que fue el fundador de la Psicoterapia institucional. Su vida y su obra, atravesadas por la locura de la Historia, radicalmente influyeron la historia de la locura.

Lo que caracteriza el psicoanálisis, es que hay que inventarlo. El individuo no recuerda nada. Lo autorizamos a decir tonterías. Le decimos: "¡tontea, tontea mi pequeño! Esto se llama a asociar. Aquí nadie te juzga, puedes tontear, a tu gusto. "Yo, a la psiquiatría, la llamo Déconnaitrie. ¿Pero, mientras que el paciente está tonteando, qué hago? En el silencio o interviniendo - pero sobre todo en el silencio-, estoy tonteando a mi modo. Me dice palabras, frases. Escucho las inflexiones, las articulaciones, donde pone el acento, donde deja caer el acento como en la poesía. Asocio con mis propias tonterías, mis recuerdos personales, mis elaboraciones. Estoy casi adormecido, el está casi adormecido. Decimos al tipo "¡Tontea!" Pero esto no es verdad, se explaya, quiere tener razón, hace unas racionalizaciones, cuenta historias precisas de lo real: "mi padre por aquí, mi madre por ahí". Y jamás tontea. En cambio, yo, estoy obligado a tontear en su lugar. Y con esta tontería que hago - a partir del acento y a partir de la música de lo que dice, más que de sus palabras- lleno mi vientre. Y entonces, de cuando en cuando, me digo: ten, si le sacaba esto ahora, una pequeña interpretación…

Desde 1940, Saint-Alban devino el punto de referencia del movimiento de transformación de los asilos, luego el lugar de elaboración teórica y práctica de la Psicoterapia institucional. Ésta propone tratar la psicosis inspirándose en el pensamiento freudiano de la alienación individual y del análisis marxista del campo social.

Tosquelles se comprometerá de muy joven en la lucha antifascista, antes y durante la guerra de España, y luego en la Resistencia francesa.

Siempre tuve una teoría: un psiquiatra, para ser un buen psiquiatra, debe ser extranjero o hacer semblante de extranjero. Por esto, no es una coquetería de mi parte el hablar tan mal francés. Hace falta que el enfermo - o el tipo normal - haga un esfuerzo para comprenderme; están por lo tanto obligados a traducir y toman para conmigo una posición activa.

Hombre de convicción y de terreno, Tosquelles siempre evitó los beneficios y los inconvenientes de la notoriedad. ¿En ello que puede pensar de empresa, que con desprecio de su discreción, podría hacerle una publicidad tardía?

¿De su proyecto de hacer una película acerca de mi (sujeto)? Estoy de acuerdo. Esto debe halagarme en alguna parte. Pero, de hecho, es una tonteria. No es que ustedes sean tontos, no más que yo. Pero cuando uno intenta contar su propia historia, escribir sus memorias, explicar las cosas, como lo hace en la clínica psiquiátrica o psicoanalítica, lo que evoca, sin ser radicalmente falso, siempre es falso o falseado. A veces, ponemos el énfasis en una suerte de tono épico, como si fuéramos un héroe extraordinario y como si fuese gracias a nuestro empuje narcisísta mágico y nuestros valores espirituales caracteriológicos. Y, a veces, evocamos el pasado sobre un modo miserable. "¡Puta vida!" - es más claro. Héroe o cero (herós ou zéro), en suma.

Sin embargo, es indispensable para cada uno, tener un punto de vista acerca de su vida, de equivocarse, o de equivocar a los otros. Y el analista, por otra parte, no es tan ingenuo como, para que cuando su paciente le cuenta su vida, se sienta obligado a creerle. Sabe muy bien que está deformada, aunque sea muy sincero. La sinceridad puede ser lo peor de los vicios.

Tosquelles nació en Reus en 1912, 120 km al sur de Barcelona. Muy rápidamente va a padecer de este vicio que considera constitucional: la psiquiatría. Desde los siete años, va cada domingo con su padre al instituto Père Mata. Este lugar de cuidados para la locura es dirigido por el profesor Miró, un hombre de una gran cultura europea, apasionado por la fenomenología y por el psicoanálisis; tendrá sobre Tosquelles una profunda influencia.

Cataluña ya está, desde finales del siglo IXX, en plena afirmación nacional. Crece en el seno de una vida cultural, social y política intensa; clubs de lectura, cooperativas obreras, reuniones políticas con su padre. Aunque la lengua oficial era el castellano, aprendió todo en catalán.

Hablaba también el castellano, pero muy mal y aún peor de lo que hablo francés hoy. Como los Árabes. Cuando se vive en un país ocupado, uno habla naturalmente la lengua de los opresores, pero la deforma. Hablamos "un poco a lo negro" (petit negre), como decimos aquí. Allá abajo, decíamos "hablar municipal" porque había unos colaboradores catalanes que estaban empleados por el Estado español y que por supuesto hablaban el castellano. Entonces, imitábamos estos imbéciles que hablaban tan mal el castellano.

En 1927, Tosquelles comienza sus estudios de medicina; tiene quince años. España vive entonces bajo la realeza y, desde 1921, bajo la dictadura de Primo de Rivera. Los catalanes no pueden mas que ser rebeldes. La vida política catalana es animada por la lucha contra la dictadura. Una alianza frágil reúne a los anarquistas de la CNT y del FAI, la Frente comunista catalano-balear y su emanación clandestina, el BOC, Bloque obrero y campesino, al cual Tosquelles pertenece y el cual ya desarrolla un comunismo extranjero para la línea oficial del PCE.

Era miembro de la Federación catalano-balear. Stalin, en cierto momento, nos envió un tipo, un Negro al que se llamaba Bréa. Me acordaré siempre de estos emisarios clandestinos, oficiales soviéticos de control. Este tipo quería que fuésemos a Madrid, que hiciésemos propaganda en España - con la monarquía, con los militares al poder - y qué dijésemos: “todo-el-poder-a-los-soviéticos”. Ningún republicano, ningún anarquista, ningún socialista, nada. “Todo el poder a los soviéticos”

Entonces, fuimos dos o tres - no el Partido, porque no lo hubiese hecho oficialmente, le escribimos a Stalin: "Nuestro querido camarada, usted es un Guía muy importante, pero usted no comprende lo que pasa aquí. En España, no hay soviéticos. Entonces, decir "todo-el-poder-a-los-soviéticos" realmente es dar la razón a los militares y al rey. Una tontería. Peor. Por otro lado no vamos a hablar castellano porque ellos (les castillans) son nuestros opresores. Si usted quiere una propaganda que se parezca a "todo-el-poder-a-los-soviéticos", haría falta que usted dijera “todo-el-poder-a-los- penas". Los penas son las tabernas, las discusiones de tabernas, esos que hacen la guerra en los cafés. En otro tiempo, cuando se iba al café, ya sea en Francia o en España, pasábamos allí toda la jornada; porque lo más importante, era trabajar lo menos posible. Así, tan pronto como se deja de trabajar, hay que ir al café. No se va allá para emborracharse, ni formar partidos, sino para discutir. Había unos tipos de derecha, del centro, de izquierda y hablábamos durante horas para reformar el mundo.

En 1931, gracias a la lucha de los catalanes, la República es proclamada en Barcelona antes de serlo en el resto de España. 1931-1936 es un período de gran creatividad popular. Pablo Casals desarrolla sus conciertos obreros catalanes. Todas las ideas recibidas y las jerarquías fueron puestas en juego.

En 1935, Tosquelles ya es psiquiatra del instituto Père Mata, de Reus, cuando participa en la creación del POUM, partido Obrero de Unificación Marxista, que es el único que denuncia los procesos de Moscú. Los numerosos refugiados que evitan el nazismo lo reúnen. El hotel Falcon, sobre las ramblas, es la sede del POUM. Será más tarde, para sus militantes, una prisión.


Desde el 1931, los psicoanalistas que dejan Berlín y los países de Europa central van a instalarse en Barcelona.

Olvidamos esta pequeña Viena que fue Barcelona entre 1931 y 1936. Rindo homenaje aquí al profesor Miró y a este conjunto de psiquiatras y de psicoanalistas de las escuelas más diversas, que las angustias paranoides encarnadas por el nazismo trajeron a esta ciudad: Szandor Reminger, Landsberg, Strauss, Brachfeld y otros. "

Entre estos emigrados, Tosquelles encuentra, acoge y protege al que se será pronto, a pesar de la barrera de la lengua, su psicoanalista: Szandor Reminger.
En 1933, tuve otitis y mi analista vino visitarme. Un día, mi padre llega también. Le presentamos a mi analista y le dice más o menos esto: - ¿cómo puede analizar a mi hijo, hablando tan mal catalán y tan mal español?
Mi analista le responde:
- Basta con estar quince días en Barcelona para comprender la mitad del catalán.
- ¿La mitad? Le dice mi padre. Yo sabía que ustedes, los hombres de Europa central, tienen facilidad para los idiomas, pero tanto como eso, lo ignoraba. - si, la mitad, continúa mi analista, porque los catalanes, cada dos palabras dicen "me cago en deu" o “mierda". Es suficiente comprender estas dos palabras para saber la mitad del catalán.
Esperé un poco, antes de decirle a mi analista que debía mucho a este encuentro extra-analítico. Ya que fue ahí dónde comprendí que lo que cuenta no es tanto lo que dice el enfermo, sino el corte y la secuencia. Poner un punto - mierda-, o poner un punto y coma - "me cago en deu" -, es marcar secuencias. Y lo que es interesante, es escuchar las secuencias de esta música; lo que se dice dentro de ellas no tiene importancia. ¡No es poco!
En 1936 estalla la Guerra Civil. Tosquelles se mete en las milicias antifascistas del POUM y parte al frente de Aragón. Tiene 24 años. Todas sus ideas van a ser puestas a la prueba del fuego. Muy rápidamente el POUM se hace el blanco privilegiado del Partido comunista español, enteramente dependiente de Moscú; desde 1937 un gran número de sus militantes son asesinados o encarcelados. La guerra toma aspecto surrealista.

La ley del desarrollo surrealista de la guerra, es hay siempre lo imprevisto, lo inesperado; es decir, aquello que, precisamente, no sea susceptible de "ser puesto en ciencia”. La ciencia es un problema de comportamiento de ciertos tipos que la hacen una obsesión; quieren controlar todo por la ciencia. La guerra es incontrolable. Pero como dirían los surrealistas, aparecen cadáveres exquisitos, es decir lo imprevisto, las asociaciones libres, que no son puramente fantasiosas, son más reales que lo real. Pero, hablemos de la guerra. Insisto sobre el hecho de que no era cualquier guerra, sino de una guerra civil. La guerra civil, a diferencia de la guerra entre naciones, está en realción con la no homogeneidad del yo (moi). Cada uno de nosotros es hecho pedazos contra puestos, con uniones paradójicas y desuniones. La personalidad no está hecha como un bloque. Devendriá una estatua, en ese caso. ¿Qué hice en Aragón? No tenía mucha cantidad de enfermos; evitaba que fueran enviados a doscientos kilometros de la línea de frente; los curaba allí dónde se había desencadenado las cosas, en menos de quince kilómetros, según un principio que podría parecerse a una política de sector. Si envías a un neurótico de guerra a ciento cincuenta kilometros de la línea de frente, haces un crónico. Puedes curarlo sólo cerca de la familia donde existieron los quilombos.

En lugar de curar a esos enfermos que no existían, tomé por costumbre curar a los médicos, para que esos tipos perdieran el miedo y sobre todo algo más importante que el miedo. La guerra civil conlleva a un cambio de perspectiva acerca del mundo. Los médicos, comúnmente, tienen en la cabeza la estabilidad de un burgués. Son pequeños o grandes burgueses que quieren vivir solos y ganar dinero, ser eruditos. Ahora bien, en una guerra civil como la nuestra, era necesario que el médico pudiera admitir un cambio de perspectiva sobre el mundo; qué pudiera admitir que son los clientes quienes determinan su clientela, y que él no es del todo pudiente. Así, me ocupé de la psicoterapia de hombres normales para evitar la crisis. No se puede hacer psiquiatría ni en un sector ni en un hospital si se conserva una ideología burguesa e individualista. Un buen ciudadano es incapaz de hacer psiquiatría. La psiquiatría conlleva una anti-cultura, es decir, una cultura que tiene otra perspectiva que la del sujeto. Su naturaleza no tiene importancia. Eso es lo que aprendí en esos primeros años.
El profesor Mira obtiene contra la opinión del Partido comunista, el mantenimiento de los servicios psiquiátricos de la Armada y la organización de los sectores, tanto sobre la línea de frente como en la retaguardia. Tosquelles es nombrado médico-jefe de los servicios psiquiátricos del ejército. Es enviado sobre el frente del sur, que se extiende de Valencia a Alméria, pasando por Madrid.
Crea una comunidad terapéutica en Almodovar del Campo y organiza el reclutamiento del personal curador, evitando incluir allí a psiquiatras que, según él, tienen una verdadera fobia a la locura.

Como debía hacer la selección para el ejército, la primera cosa que hice fue elegir para mí. La caridad bien comprendida comienza con uno mismo. Escogí a abogados que tenían miedo ir a la guerra y que jamás habían tratado a un loco, pintores, hombres de letras, putas. ¡en serio! Amenacé con cerrar los prostibulos (ya prohibidos, pero que funcionaban como en todas partes), salvo que se encontraran allí tres o cuatro putas que conocieran bien a los hombres y que prefirieran convertirse en enfermeras - a condición de no acostarse con los enfermos. Les garantizaba no cerrar sus lugares, si podía enviarles a los soldados. Estas casas de prostitución se convirtieron en anexos del servicio de psiquiatría. Algunas de estas putas se convirtieron en enfermeras de la Tonnere de Dieu. ¿Es extraordinario, no? Y como debido a su práctica con hombres, sabían que todo el mundo estaba loco - hasta los hombres que van a las putas-, su formación profesional era rápida. En un mes, una puta, un abogado o un cura devenían alguien extraordinario.

Así, todas mis actividades fueron una organización del sector y de las comunidades terapéuticas, una acción cerca de los políticos locales, cerca de los tipos que representaban algún poder en el país. ¡Eso es, la actividad de sector!
Marzo de 1939 ve la caída de la República española. Tosquelles procura entonces huir de Andalucía. Consigue pasar en Francia gracias a un operativo montado por su mujer, Hélène.

Cuando entré en Francia, tenía la certeza que se podía hacer una buena psiquiatría. No certeza teórica sino una certeza práctica.

Llega al campo de Sept-Fons, uno de esos multiples lugares concentracionales colocados por la administración francesa para concentrar a los 450 000 refugiados españoles. Las condiciones de miseria allí son atroces; muchos mueren de hambre, o de epidemias diversas, otros se suicidan. Tosquelles crea allí un servicio de psiquiatría.
En este servicio también, era muy cómico. Una vez más, había unos militantes políticos, pintores, guitarristas... Había sólo un enfermero psiquiátrico; todos los demás eran gente normal. Esto fue muy eficaz, creé un servicio. Creo que es uno de los lugares donde hice buena psiquiatría, en este campo de concentración, en el lodo. Era magnífico. Y por otra parte, nos servíamos de eso para provocar escapes… historias como esas.
A menudo se ignora que los republicanos españoles que se escaparon de campos crearon el armazón de la resistencia en todo el sudoeste de Francia.
Tosquelles llega a Saint-Alban. A la diversidad de los enfermos se añade la de los refugiados, los inmigrados clandestinos que encuentran allí un lugar de acogida y de complicidad. Entre ellos Tzara, Eluard, Canguilhem, Matarasso, Bardach y otros más.
Aún cuando es el médico-jefe y ya celebre en su país, la administración le concede a este extranjero sólo el puesto y el sueldo de un enfermero-asistente. Es en condiciones más que precarias que Tosquelles va pues a aplicarse a la transformación del hospital.
Llegué a Saint-Aban el 6 de enero de 1940.
Antes de hablar de este período, querría decir algunas palabras sobre la situación cultural e ideológica, en la post-guerra de España, franceses miembros o no (es similar) del Partido comunista, es decir los franceses comunes. A mi parecer, todos experimentaron un sentimiento de culpabilidad muy importante a causa de la no intervención de Francia en la guerra de España. Se dieron cuenta, a posteriori, que si el gobierno o los obreros franceses hubieran apoyado a la República, si hubieran convertido el movimiento del Frente popular en movimiento revolucionario - y no en reivindicación de las vacaciones pagas-, toda la historia del mundo se hubiese desarrollado de manera diferente. Pero es como la nariz de Cleopatra. Las cosas son como son. La inmensa mayoría de los franceses - y sobre todo los que tenían un ideal de libertad - se sintieron muy culpables frente a los acontecimientos de la guerra. En Saint-Alban, por ejemplo, Eluard, Bonnafé, Cuerdas, Chambrun y muchos otros, los que eran miembro del Partido comunista, se comportaban conmigo como si fueran culpables. Se aliviaban ayudándome.
Esta culpabilidad social colectiva francesa frente a la revolución española fue muy importante, y yo salí beneficiado. Todo el mundo me ayudaba. Así como usted mismo, viene a decirme: "¡mi pobre Tosquelles, cuanto sufrió usted! ! Hay que ayudarle. Hace falta que usted tome de nuevo las riendas de su vida. No te deprimas porque perdiste la guerra. ¡Una perdida, diez de las recobradas! "
Paul Eluard permaneció durante cierto tiempo en Saint-Alban.
Eluard, era un ángel, la encajadura (dentelle es encaje, aquí la palabra es dentelliere) de la palabra. Forzaba de la voz cada día porque hacía frío. Eluard era un niño que tenía frío, y Su madre debía envolverle en mantas calientes. Para él, la ropa blanca, era la palabra. Se envolvía en palabras cálidas.
Poema de Paul Eluard extrae de Memorias de la casa de los locos, colección escrita a Saint-Alban durante Resistencia:
"Este cementerio dado a luz por la luna
Entre dos vacíos de cielo negro
Este cementerio, archipiélago de la memoria
Vive de viento loco y agudo en ruina.
Trescientas tumbas ordenadas de tierra desnuda
Para trescientos muertos enmascarados por tierra
Las cruces sin nombre, cuerpo de misterio
La tierra apagada y el hombre desaparecido.
Los desconocidos salieron de la prisión
Cubiertos de ausencia y descalzados
No teniendo nada que esperar
Los desconocidos murieron en la prisión.
Su cementerio es un lugar sin razón. "

Aún antes de la llegada de Lucien Bonnafé, nombrado médico-jefe en 1943, el hospital devino un lugar abierto al encuentro y a la confrontación. El psicoanálisis, el comunismo y el surrealismo, durante los años críticos de pétainisme, van a alimentar reuniones casi permanentes. Por la noche, esperando a un visitante o un destacamento armado (en frances parachutage d’armes), organizando la curación de los heridos o preparando ediciones clandestinas, esas reuniones ponían en marcha el mundo del asilo, ya se ocupaban de "curar la vida". Fue la Sociedad de Gévaudan, el nombre de la célebre e inasequible bestia.
Nacío de la resistencia contra el opresor. Mientras no hay barreras, obstáculo más o menos violento, no se percibe la tontería de la vida normal, que corre, que es un poco como las aguas estancadas. Entonces se organizan modos de rodeo y de resistencia para poder simplemente vivir. Por supuesto, la Resistencia es un hecho político situado, luego de la guerra, en 1940. Quiero decir, luego del debacle. Porque si no hubiera habido un debacle, no habría habido un despertar de Saint-Aban. La Resistencia, es la confluencia, en Saint-Aban, de historias y de personas muy diferentes.
Era ya un extranjero en Saint-Aban, un campesino del Danube. Pero es la Resistencia que, más allá de la diversidad que imponen los enfermos, crea la variedad del entorno, aquella de los curadores, que por otra parte eran "curadores-curados".
Las religiosas, durante un tiempo separadas del mundo, fueron recuperadas en los cimientos de una sociedad revuelta por la guerra. Ellos curaban a los heridos de la Resistencia.
Tuve dos especialidades: la de convertir a los comunistas en comunistas y a las religiosas en religiosas. Porque la inmensa mayoría de los católicos no son católicos. No tengo nada contra el hecho que se sea católico o comunista. Estoy contra los que se dicen comunistas y los que son radical-socialistas o funcionarios públicos; y contra las religiosas (monjas) que creen serlo, mientras que son sólo funcionarios de la Iglesia.
Una parte de mi oficio consistió en convertir a los individuos en aquello que realmente son, más allá de lo que parecen, de lo que creen que ellos ser, de su yo ideal".
Los enfermos ellos mismos estuvieron confrontados con la realidad de la guerra y sabían que en el tercer piso del castillo se escondían miembros de la Resistencia.
Ellos estaban escondidos como aquellos. ¡La palabra asilo está muy buena! Prefiero la palabra asilo al del hospital psiquiátrico. No sabemos lo que esto significa, hospital psiquiátrico. Asilo quiere decir que alguien puede refugiarse o que a alguien se lo refugia allí por la fuerza. Gentis dijo que a los muros del asilo, cada uno las llevaba dentro de sí. Es como una distancia protectora, el clivaje (hendidura) de "Melanie Klein”. Así, los muros protegían a los enfermos de los perjuicios de la sociedad.
Hélène Tosquelles acababa de llegar a Saint-Alban, después de haber atravesado los Pirineos sola con su primer hijo. Saint-Alban fue uno de los pocos, sino el único hospital psiquiátrico en Francia dónde no hizo estragos la hambruna, este "exterminio silencioso" que mató más de 30000 enfermos mentales durante la guerra.
Así como remarca a Jean Oury, la cuestión de la supervivencia fue completamente didáctica. Los enfermos, las enfermeras mismas y hasta el contador o los médicos llevaban la lucha contra el hambre, salían del hospital, iban a casa de los campesinos buscar mantequilla y nabos, a cambio de algunos trabajos.
Pusimos a los enfermos en contacto con el exterior, no para dar guerra pero para hacer un mercado negro. Organizamos exposiciones de champignons para enseñarles a recogerlos. Y así como existían unas tarjetas de alimentación para tuberculosos, inventamos un servicio de tuberculosos. Cuando un tipo comenzaba a tener edemas de carencia, rápidamente le hacíamos un diagnóstico de tuberculosis. Existe todo un encadenamiento de cosas que hizo que, finalmente la guerra no hizo mas que llegar en un buen momento… y la Resistencia tampoco.
En 1940, Saint-Alban es un lugar miserable, sucio y superpoblado. Los enfermos salen de esto rara vez. Una veintena de guardianes y algunas hermanas aseguran latí surveillance y la supervivencia.
La primera paradoja: es en el asilo vetusto de un departamento (es desheredado pero pienso que podria ser abandonado la palabra a usar) deshérité que va a elaborarse la Psicoterapia institucional.
La apuesta, conocida como imposible, era curar a los psicóticos con los medios del psicoanálisis. Sin diván, sin contrato impuesto de palabra. Y allí dónde se encuentran en cantidad, hospitales y otros lugares de separación y de segregación.
Segunda Ruptura: el hospital segrega a su propia patología, confina curadores y curados en la cronicidad. Es él a quien hay que urgentemente tratar. Derribar los muros, quitar los barrotes, suprimir las cerraduras.
Esto no es suficiente. Hay que analizar, pero sobre todo combatir los poderes, las jerarquías, las costumbres, las feudalidades locales, los corporativismos.
“Nada se cae de maduro", todo es pretexto de reuniones. Cada uno debe ser consultado, cada uno puede decidir. No simple inquietud de democracia, pero conquista progresiva de la palabra, aprendizaje recíproco del respeto. Los enfermos deben haber agarrado sobre sus condiciones de estancia y de cuidados, sobre los derechos de cambios, de expresión y de circulación.
El tercer principio, de revolución permanente: el trabajo jamás se acaba, que transforma un establecimiento de cuidados en institución, un equipo curador en un colectivo. Es la elaboración constante de los medios materiales y sociales, condiciones concientes e inconscientes de una psicoterapia. Y ésta no es el hecho de los médicos solos o los especialistas, sino de una agenciamiento complejo donde los enfermos mismos tienen un papel primordial.
El hombre es un tipo que va de un espacio al otro. No puede quedarse todo el tiempo en el mismo espacio. Es decir que el hombre es todos los días un peregrino, un tipo que va de un lugar a otro. Lo importante, es este trayecto.
El Club era un lugar en el cual, la gente que se encontraba en diferentes sectores del hospital podía encontrarse y establecer relaciones con lo desconocido, lo inhabitual, lo sorprendente a veces. A partir de aquel momento, su discurso y sus acciones no quedaban paralizadas por la vida interna del sector ¡lo importante que es liberarse de la opresión fatal, característica del jefe del sector!. Finalmente el psiquiatra no hace más que volver a todo el mundo preso de la psicopatología particular de su carácter. Es por eso que hace falta - como se dice en La Borde - qué hubiera una libertad de caminata, que se pueda ir de un lugar a otro. Sin este vagabundeo, este "derecho al vagabundeo" – como Gentis lo proclamó un día-, no sabríamos hablar de Derechos del hombre. El primer derecho del hombre es el derecho al vagabundeo.
El Club era un lugar donde los vagabundos podían encontrarse, el lugar de una práctica y de una teorización del vagabundeo, de la fragmentación, de la deconstrucción-reconstrucción. Primero hay que primero Separarse de alguna parte para ir por otro lado, diferenciarse para encontrar a los otros, los elementos o las cosas... El Club es un sistema autogestor, Si se quiere utilizar un cierto lenguaje. Nos ejercitamos en la autogestión, en su práctica. Una de sus actividades principales fue el comité de redacción del periódico, el lugar de psicoterapia colectiva más importante del hospital. Este periódico se llamaba “Le Trait d´Union”.
Una sesión del comité de redacción fue filmada por Mario Ruspoli en una película dedicada a la experiencia de Saint-Aban: imágenes de la locura. Un paciente toma la palabra:
- ¿Usted lo tiene, este poema que le ofrecí? Voy a leerlo, si usted quiere. Este se llama La Victorie de la samothrace. Es por esto que se dijo que yo estaba loco.
"Hiende el azul. Viéndola,
es difícil de creer que haya salido
de la mano de los hombres.
No porque el hombre no sea capaz de ser admirable,
pero - y no sé de donde me viene
esta certeza-, hay en ella algo
que sobrepasa la obra del hombre. Un trazo,
una línea, una luz que sale de ella, retorna
y le irradia. No es creada, ella crea.
Nadie querría decir
que la montaña Sainte-Victoire, donde Cezanne
paseó su admirable mirada,
sea su obra.
Pero La Victorie de la samothrace, ella,
pudo salir sólo de la mano de los Dioses. "

El arte bruto es la producción espontánea de los enfermos. La mayoría de las veces, es algo que hicieron solos. Además, cuando yo llegué a Saint-Alban, Forestier, al que todo el mundo conoce, ya lo había inventado. En aquella época, en el hospital, aún cuando había muros, abríamos totalmente las puertas una vez a la semana. Los campesinos que iban a la feria lo atravesaban con sus vacas, para no cansarse. Forestier hacía sus barcos, sus pequeños soldaditos, ponía un muestrario sobre el camino, y la gente de la Lôzère, pasando, le cambiaba sus obras por un paquete de cigarrillos o algunos céntimos. Le compraban el arte bruto. Este arte, es importante convertirlo en mercancía. En lo que se llamó, sin razón, la "socialización", hay que saber sobrepasar el exhibicionismo para encontrar el otro. No está tan mal exhibirse. Hoy estoy en tren de exhibirme; estoy contento, porque esto me permite encontrarlos.
En LA fete prisonniere, la película realizada por Mario Ruspoli en el hospital de Saint-Aban, un paciente se pasea en el baile anual diciendo:
- no tengo a nadie en el mundo. Estoy solo. Posiblemente estoy un poco loco, si se quiere. Pero verdaderamente me pregunto si existen los locos, si hay unos enfermos mentales por todas partes. No creo. Ellos quizás se olvidaron del mundo, abandonados por todo el mundo.
¡Cuando se pasea en todas partes, lo que cuenta no es la cabeza, sino los pies! Hay que saber donde se pone los pies. Son los grandes lectores del mapa del mundo, de la geografía. ¡No es con la cabeza con lo que marchas! Los pies son el lugar del que devendrá el tono. Es por eso que toda madre comienza por hacer cosquillas a los pies. Se trata de tenerse en pie, de hacer una distribución del tono para ir alguna parte. ¡Pero es con los pies que tú vas, no con la cabeza!
De la experiencia de Saint-Alban, podríamos retener la impresión de que la vida privada de los curadores debe fundirse con su vida profesional.
¿Acaso la psicoterapia institucional prescribe vivir con los locos?
Tu sabes, es como las historias de amor. Hay unos actos de amor donde una vez muy rápida es suficiente para quedarse toda la vida. Hay que vivir con los enfermos; pero no es porque quedarse en el hospital psiquiátrico día y noche, que se vive con los enfermos. Yo vivo todo el tiempo con ellos, los habito, me habitan. Mis primeros enfermos están todavía vivos en mí. El mejor modo de vivir con ellos, es posiblemente poder el separarse.
En Saint-Alban, no había un solo enfermo agitado en 1950, aun cuando no se utilizaba ningún medicamento contra la agitación. Nos ocupábamos de la red. Desgraciadamente, entre 1950 y 1960, descubrieron lo que se llama los calmantes, o algo así. A partir de aquel momento, los psiquiatrías dijeron:"¡Guau ! No es necesario preocuparse más de la relación, del narcisismo, del erotismo" - de la redecilla, en cierto modo. "Es suficiente con dar la píldora". Cayeron en esta trampa, de muy buena gana. Estaban contentos: "Ahora, gracias a los calmantes, podremos relacionarnos con la "persona" del enfermo y podremos hablar como en la escuela: "¡vaya a la derecha, vaya a la izquierda, vaya arriba!"... Por fin, era hacer al pastor a bastonazos.
Después de Saint-Alban, la psicoterapia institucional encontró cabida en numerosos establecimientos públicos o privados.
De esos diversos hogares de cura y de investigación principalmente centrados sobre el tratamiento de las psicosis, la clínica de La Borde, con Jean Oury y Félix Guattari, es sin duda alguna, para Tosquelles, el lugar que mejor siguió su camino.
Es curioso pero, en Francia, me volví un francés ilustre, Caballero de la Salud Pública o no sé que... Y en mi casa, en España, allí dónde se me hubiese matado, me volví un Hijo ilustre. Francés, pero Hijo ilustre de Reus. Los mismos tipos que me hubiesen matado me condecoraron. Si fuese a instalarme allá, me darian bastonazos. Jamás pretendí regresar en Reus. Tuve alguna eficacia, porque soy extranjero-catalán. Ya dije que era necesario ser simepre extranjero. Ahora, soy extranjero en Cataluña. Y es por eso que soy eficaz.
Tengo mucha más pena de la pérdida de Saint-Alban que de Cataluña o de España. Mis padres fueron enterrados en Saint-Alban. No soy partidario de honrar o de erigir tumbas... Pero la destrucción del cementerio de Saint-Alban y la desaparición de los cadáveres vivos de mi padre, de mi madre y de mi tía me hace daño al corazón. Sin embargo, esto me permite suponer perfectamente que se pueda hablar de Saint-Alban y de la Terapéutica institucional como si, yo, no hubiera existido.
"Soñábamos, hasta 1914 más o menos, con efecto saludable de la toma de conciencia. Decíamos que hacía falta que el sujeto pudiera devenir conciente de sus problemas inconscientes, desconocidos por él mismo. Tan pronto como la verdad tan conocida fuese formulada, el sufrimiento desaparecería. Antes de 1930, Freud se desencantó de este propósito y, yo también, Si tenía algo que profetizar, proyectaría que el proletariado puede quedar conectado sobre el inconsciente y no sobre la toma de conciencia."

Francois Tosquelles.

Traduccion del francés: javier macías

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