Lenguautismo
“Los arreglos extraños”
Marie-Claude Thomas
Traducción del francés por Silvia Pasternac
Nada ha sido menos natural que esta elaboración lenta,
por el esfuerzo de los pensadores, de una noción (la de
“ritmo”) que nos parece tan necesariamente inherente a las
formas articuladas del movimiento que nos cuesta creer
que no se haya tomado conciencia de ello desde el origen.
E. Benveniste1
Así va la cosa con el no menos “natural” autismo.
Entonces, una invención del autismo, un autismo inventado y sin embargo real,
por estar cargado, sostenido por dispositivos, por saberes que producen su reali-
dad, la de los niños que tienen una relación singular con el lenguaje, llamados
autistas. Leo Kanner inventaba en 1943, en su artículo princeps, “Autistic
Disturbance of affective contact”,2 el autismo infantil precoz; emplazaba con esto
mismo una nueva especialización, la paidopsiquiatría, dentro de un contexto de
intercambios con otros, en particular con Louise Despert, quien aisló, siguiendo el
modelo bleuleriano, y a partir de 1937, otra entidad, la esquizofrenia infantil,3
cuyo cuadro clínico se cruzaba con el de Kanner. Autismo cuyas razones se iban
a referir a la ineficacia, “la madre refrigerador”, para Kanner, o a la ausencia de
Émile Benveniste, “La notion de ‘rythme’ dans son expression linguistique”, en Problèmes
1
de linguistique générale, I, Gallimard, París, 1966. [Existe otra traducción en español:
Émile Benveniste, “La noción de ‘ritmo’ en su expresión lingüística”, Problemas de Lin-
güística general I, Siglo XXI, México, 1997].
Leo Kanner, “Autistic Disturbance of affective contact”, Nervous Child, 1942-1943, II,
2
pp. 217-250, en L’autisme infantile de G. Berquez, PUF, París, 1983. [En español: “Tras-
tornos autistas del contacto afectivo”, traducción de Teresa Sanz Vicario, Revista Siglo
Cero, No 149, Salamanca, 1993].
Juliette Louise Despert, La schizophrénie infantile (1937-1952), PUF, París, 1978.
3
205
LENGUAUTISMO
un amor que vincule las palabras del lenguaje con las cosas del mundo para Des-
pert.4 Autismo a propósito del cual las intervenciones actuales están concebidas
para tomar en cuenta esta dimensión de invención, sin dar con ella.
Tras un breve recordatorio de las concepciones de Kanner y de L. Despert en lo
concerniente precisamente a las palabras extrañas de estos niños, seguiremos5
localizando en qué épistémé, dentro de qué saberes se ha podido organizar esta
figura de la locura en “la infancia”, en una entidad psiquiátrica, el autismo infantil.
Neologismos
Hubo en efecto todo un debate, en los años 45-50, entre algunos paidopsiquiatras
estadounidenses, entre los cuales se contaban Leo Kanner y Louise Despert, a
propósito de las producciones de lenguaje de niños llamados esquizofrénicos y/o
autistas (y/o, porque también sobre ese punto hubo debate).
Estas producciones de lenguaje fueron calificadas de manera diferente. Por ejem-
plo, Leo Kanner las llamó metafóricas en el sentido analógico, una cosa por otra, o
bien las calificó como “lenguaje fuera de contexto”, “irrelevante”.6 Más tarde, fue-
ron calificadas como “neologismos” o como “arreglos extraños” por Michael Rutter,
un especialista del autismo, en el compendio publicado en 1978, Autisme, a
reappraisal of concepts and traitment.7 En esa misma obra se encuentra el siguien-
te párrafo:
Colocaré bajo la categoría de las cadenas de estímulos-respuesta el comportamiento
ecolálico, el lenguaje metafórico y los neologismos [...]. La distinción entre el lenguaje
Esta concepción de L. Despert, que se puede inferir de los artículos de su libro, y que
4
consiste en convertir al amor en el vínculo entre la palabra y la cosa, debe ser subraya-
do, puesto que ella hace a un lado una concepción del lenguaje como nomenclatura que
convierte a la lengua en el vínculo entre la palabra y la cosa o como aprendizaje.
Cfr. Marie-Claude Thomas, “TempleCyborg, Una filósofa muy menor”, me cayó el vein-
5
te, revista de psicoanálisis N° 11: ¿Dónde están los niños?, México, me cayó el veinte,
primavera de 2005. “Autisme Totale Langueur”, en Journal français de Psychiatrie, Erès,
junio 2006, Ramonville-Saint Agne.
Leo Kanner, “Irrelevant and metaphorical language in early infantile autism”, AJP, París,
6
1946, con un comentario de L. Despert. Artículo presentado y traducido al francés por
G. Druel-Salmane y F. Sauvagnat, “Un inédit de L. Kanner: sur deux applications opposées
de la notion de métaphores aux psychoses”, Psychologie Clinique (nueva serie), N° 14,
París, 2002.
“Se puede agregar que el uso que hace de las palabras el niño autista es un poco desacos-
7
tumbrado, e implica curiosas metáforas y arreglos extraños”, en M. Rutter et E. Schoppler,
L’autisme (1978), PUF, París, 1991.
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ecolálico, metafórico y neológico parece situarse en el nivel del proceso de restitución,
es decir, de los procesos de recuperación de la memoria a corto plazo y de los meca-
nismos para recordar a partir del almacenamiento de la memoria a largo plazo [...].8
Esto será suficiente para decir que la mayoría de las concepciones del autismo
se sostiene en una perspectiva cognitivista, que es una reforma informativa del
behaviorismo, es decir, dentro de una referencia fisiologizante.
Así es que voy a indicar, sobre este punto extremadamente preciso de los “neo-
logismos” —para utilizar un término genérico al conjunto de las producciones de
lenguaje que parecen no ser bienvenidas—, lo que dichos autores entienden por
eso, y luego voy a indicar lo que puede constituir la división entre psiquiatría y
psicoanálisis.
Estas observaciones se hacen siguiendo el hilo de mi seminario Autism Unltd,
seminario donde se trata de localizar dentro de una perspectiva genealógica los
saberes, los enunciados, las descripciones que han producido el autismo: tomar el
autismo como un acontecimiento producido y no como una naturaleza descubierta
o una civilización redescubierta. Kanner no descubrió el autismo, que habría exis-
tido —no reconocido— en todos los tiempos y lugares, como fue descubierta la
lengua hitita después de una larga investigación filológica y arqueológica, contem-
poránea del desciframiento de los jeroglíficos.
En ese caso de acontecimiento producido, el autismo es un síntoma, una ver-
dad, verdad de una crisis, de una mutación, en este caso, de una mutación en
el nivel del lenguaje, de las concepciones del lenguaje; y para llegar hasta el límite
de mi pensamiento, de mi hipótesis a propósito del autismo, diré que esta muta-
ción interviene en el momento en que el lenguaje está tomado por la ciencia mo-
derna, por cierta metodología en lingüística, metodología dominada por lo que
reinaba en esa época en Estados Unidos entre las dos guerras, dominada por el
behaviorismo.
Así expresamos rápidamente en qué marco se sitúa nuestro interés por la
paidopsiquiatría estadounidense, por Kanner y Louise Despert, que nos presentó
Laurent Gillette recientemente.9 Debo agregar que, si bien Louise Despert, quien
entonces construyó la entidad “esquizofrenia infantil” siguiendo el modelo de la
esquizofrenia de Bleuler a partir de 1937, dentro de un contexto de intercambios
con Kanner, en particular alrededor de la cuestión del lenguaje, y marcando pun-
tos comunes de los dos cuadros clínicos que ellos elaboraron, ella se desmarcará
P. Menyuk, “Le Langage, qu’est-ce qui ne va pas et pourquoi?”, L’autisme, op. cit.,
8
p. 127.
Laurent Gillette, “L’apport de Juliette Louise Despert à la conception des psychoses infan-
9
tiles”, inédito.
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finalmente de las ideas de Kanner, y las dos entidades de autismo y de esquizofre-
nia se distinguirán de manera clara.
Tal es el entramado dentro del cual se encuentran atrapadas actualmente mis
observaciones, y me limitaré al tratamiento de los neologismos por Kanner y
Despert.
¿Qué entienden ellos por neologismos, por “palabras fuera de contexto”? Vea-
mos ahora algunos ejemplos.
Peter, quien tiene 4 años, grita en medio de un pánico agudo, durante una
entrevista: “!No me metas monedas!” Nos enteramos, L. Despert se entera, de que
una de las abuelas de Peter le leyó la historia de los Tres cochinitos y que este niño
poseía una alcancía con forma de cochino. Él condensa, dice Despert, el miedo de
ser devorado y la alcancía, cuya visión le provocaba tanto pánico que los padres le
habían tenido que esconder el juguete.
Otro niño de 5 años repetía sin parar: “No tires el perro por el balcón”. Una vez
más, nos enteramos de que la madre le había dicho esa frase tres años antes,
cuando estaba tirando un perro de peluche desde el balcón de un hotel.
Otro más murmuraba: “El niño en el parque” entre otras palabras indistintas. La
madre explica que tuvieron que separarse de una cuidadora por la cual su hijo
sentía mucho apego y que, al regresar al sitio en el parque donde acostumbraba
jugar con dicha cuidadora, había tenido un grave acceso de ira, se había sumido en
un estupor pasivo, había perdido el sueño y se había puesto a hablar de manera
ininteligible, salvo esa frase que finalmente se redujo a “parque” en medio de un
mutismo desesperante. Disociación afectiva y disociación del lenguaje se sustitu-
yen y se sobreimponen, tal es la tesis de L. Despert en cuyo libro abundan ejem-
plos de este tipo.
Presentamos un último ejemplo extraído, esta vez, del artículo de Kanner,
Irrelevant and metaphorical language in early infantile autism,10 Jay, de apenas
cuatro años, hacía alusión a él mismo diciendo “Blum” cada vez que sus padres lo
interrogaban sobre la verdad de sus palabras. El misterio quedó resuelto cuando
Jay, que sabía leer, mostró una vez la publicidad de una empresa de mobiliario que
decía con todas sus letras: “Blum dice la verdad”. ¡Como Jay había dicho la verdad,
él era Blum!
¿Cuál es la maniobra terapéutica de L. Despert? Según ella, hay que desmante-
lar, “break down”, quebrar el neologismo, triturar esas elaboraciones del lenguaje
porque, nacidas con cargas afectivas invasoras, bloquearon el surgimiento de otros
símbolos. “Los neologismos y otras formas de expresión autísticas representan
entonces los productos finales de los fenómenos de condensación, de transferen-
Cfr. cita 6 de este texto.
10
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cia, de sustitución, de fijación y de disociación de los afectos”,11 en total, una
actividad de lenguaje importante, y bloqueadora. Con respecto a esto, L. Despert
está cercana a la concepción kleiniana del efecto de las angustias precoces que,
cuando son masivas, impiden las asociaciones.
¿Qué entiende ella por “break down”? Es una especie de interpretación que se
hace en dos tiempos: primero, se remonta del neologismo dicho por el niño, y que
se presenta como un sinsentido, hacia su origen, origen que es una situación pre-
cisa, vivida, angustiante. “Entonces es necesario volver a componer, al revés, los
mecanismos que presidieron la formación de los neologismos, volver a encontrar
las condensaciones, los desplazamientos que han vuelto irreconocible la situación
inicial, e inapropiado el comportamiento del niño”.12
Luego hay que restituirle al niño el conjunto con una garantía sin interrupción.
En pocas palabras, L. Despert contextualiza el neologismo y lo convierte en una
narración.
Si retomamos la terminología de Jakobson, precisamente la de su artículo de
1960, “Linguistique et poétique”,13 L. Despert convierte el neologismo en un men-
saje al hacerlo concordar con un contexto, con un referente por una investigación
entre las personas cercanas al niño, cosa que le da una significación a ese neologis-
mo, que entonces se ha convertido en mensaje a causa de la contextualización: el
neologismo cumple así la función cognitiva (o denotadora, o referencial) del proce-
so lingüístico.
Es lo que se practica en la mayoría de las terapias o de los apoyos —como se
dice— terapéuticas en las instituciones psiquiátricas donde se busca comprender
al niño, insertarlo en un tejido de significaciones. ¿Y por qué no, en efecto?
Pero aquí se plantea una pregunta: ¿Para quién constituye esto significación?
Para los sanadores, sin duda alguna, para los padres también. ¿Y para el niño? No
es seguro, incluso si el hecho de que a su alrededor las personas se sientan orien-
tadas no deja de tener un efecto de orientación, de pacificación, de disminución de
la angustia.
Contextualizar un neologismo, ya no dentro de las referencias de los accidentes
de la vida, del pasado del niño, sino con la teoría analítica, en particular los temas
edípicos o el complejo de castración, como lo hace a veces L. Despert, tendrá los
mismos inconvenientes, es decir, tendrá una significación para el terapeuta. Para
el niño, podemos dudarlo.
Recuerdo lo que Lacan apuntaba en enero de 1965:
L. Despert, op. cit., p. 122.
11
12
Laurent Gillette, art. citado.
Roman Jakobson, Essais de linguistique générale, Minuit, París, 1963, p. 214-248. [En es-
13
pañol: R. Jakobson, Ensayos de Lingüística General, Ariel, Barcelona, 1984.]
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La primera aprehensión que resulta de la lectura de la Psicopatología de la vida
cotidiana está constituida por lo siguiente: efecto de significación; si algo tropie-
za, es porque usted desea esto o aquello. Algo que significa algo, matar a su padre,
por ejemplo. Ahora bien, esto no es de ninguna manera suficiente porque no es
tal o cual deseo más o menos discernible en tal o cual escollo de la conducta, que no
es, ya lo he dicho, cualquiera, sino un escollo que siempre concierne, al menos
en ese volumen, a mi relación con el lenguaje. Lo importante es justamente que el
lenguaje, y en un punto que no concierne al deseo, está interesado en esto [...], un
punto en el que es un tropiezo de palabra que es un tropiezo de lenguaje. [Lacan
retoma el olvido de Ben Hur]. Y ahí, en ese punto, la identificación del sujeto está
interesada”.14
Éste es el punto en el que nos encontramos con los neologismos de los niños.
Lo que quiero decir es que ese sinsentido que es el neologismo pide, fuerza a la
significación, y una práctica analítica debe y puede resistirse a eso.
Lo que muestra L. Despert, pero también las prácticas actuales que nos rodean,
es que el neologismo tiene siempre una significación: Despert nos aporta la prue-
ba de ello y, con esta seguridad, en un trabajo analítico podemos dejar por la paz
el contexto, la referencia, sin importar cuál sea, histórica, de la biografía, o teórica,
de una referencia edípica (porque si bien el complejo de Edipo es el marco de
nuestro trabajo, sólo interviene eventualmente bajo una forma temática, y no pue-
de ser tomado como referencia).
Si dejamos eso de lado, formulamos la apuesta de que el neologismo es un
significante, un significante en espera de otro neologismo, de otro significante que
ese niño producirá.
Al confiar así en el significante, nos centramos sobre el mensaje por sí solo
—y ya no sobre el contexto— y nos centramos en lo que Jakobson llamó la función
poética.
Concluyo sobre este punto: excluir la referencia, el contexto, y apostarle al
significante, exige un dispositivo extremadamente riguroso que va a contrapelo
dos veces. La primera, contra las costumbres de los efectos de significación de las
interpretaciones psiquiátrica o psicológico-psicoanalítica. ¿Pero acaso el dispositi-
vo analítico puede prescindir de ello? ¿Puede emplazarse sin que haya a su alrede-
dor esa masa de significaciones que hacen que los individuos se sostengan? La
segunda vez, va contra el proceso de un trabajo analítico donde se trataría de
triturar el nudo del síntoma.
14
Jacques Lacan, Problèmes cruciaux pour la psychanalyse [Problemas cruciales para el
psicoanálisis 1964/1965], seminario inédito, sesión del 13 de enero de 1965. El subraya-
do es mío.
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Una hipótesis
La hipótesis propuesta es entonces la siguiente: que el autismo, inventado por una
psiquiatría humanista, es síntoma de una modificación compleja y enzarzada de
la ciencia moderna, precisamente un síntoma de una mutación de la concepción del
lenguaje, mutación madurada en el siglo XIX por el positivismo, el evolucionismo,
la psicología experimental, y dominada, a comienzos del siglo XX, en Estados Uni-
dos, por el behaviorismo, en su apogeo entre las dos guerras mundiales, cuya
metodología infiltrará, dará forma a la lingüística (Bloomfield), la pedagogía, la
jurisprudencia, la lógica, la estética, etc., y el psicoanálisis (Bowlby).
Al behaviorismo que conquista entonces casi la totalidad de las universidades
estadounidenses, se sobreimpondrán diferentes tentativas de formalizaciones de
las lenguas y, después de la guerra, de las investigaciones en informática, de don-
de provendrán los primeros trabajos de Chomsky: Syntactic Structures, por ejem-
plo, que hará decir a Lacan, en 1964:
[...] no se trata de despejar la lógica de la lengua inglesa, se trata de alguna manera
de algo que podría ser montado, en nuestros días al menos, en una máquina electró-
nica, y que de eso sólo puedan salir frases gramaticalmente correctas, y, ambición
mayor, todas las formas posibles que ofrece al inglés, quiero decir al sujeto parlante,
su lengua [...] hay algo muy seductor ahí, pero que no es aquello en lo que yo me
estoy metiendo [...].15
La aventura de Alan Turing, su proyecto de Inteligencia Artificial y de construc-
ción de la computadora debe ser recordada aquí en la medida en que el modelo de
I.A. debía volverse impositivo para el estudio del sistema nervioso central y en la
medida en que los testimonios biográficos de “autistas” como los de Temple Grandin,
Mi vida de autista, o Pensar en imágenes,16 hacen referencia a ello. No sólo Temple
Grandin compara el funcionamiento de su cerebro con el de una computado-
ra, sino que “su enfermedad”, el autismo, está concebido como una disfunción de
uno de los mecanismos del cerebro, aquel que controla las emociones, o como una
anomalía que provocaría una incapacidad de procesar correctamente la informa-
Jacques Lacan, Problèmes cruciaux pour la psychanalyse, seminario inédito, sesión del 2
15
de diciembre de 1964.
Temple Grandin, Ma vie d’autiste (Emergence: Labeled Autistic, 1986), Odile Jacob, 1994;
16
Penser en Images et autres témoignages sur l’autisme (Thinking in Pictures and Others
Reports from my Life with Autism, 1995), O. Jacob, 1997. [Hay edición en español: Pen-
sar en imágenes (Mi vida de autista), Alba, Buenos Aires, 2004.]
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ción. Para los teóricos Teacch,17 se trataría de “una deficiencia orgánica de las
funciones cognitivas”.
Lo que se propone así como etiología del autismo, y que se encuentra también
en otras biografías (la de Donna Williams,18 por ejemplo), es idéntico a la etiología
alegada de las obras médicas especializadas en autismo. El de Uta Frith, Autismo:
hacia una explicación del enigma,19 hace referencia a las computers del primer
libro de Temple Grandin, quien a su vez se apoya sobre las teorías de Uta Frith en
Pensar en imágenes.
¿En qué discurso debemos situar tales contaminaciones y sugestiones recípro-
cas entre “enfermos”, “expertos” y objetos “científicos”?20 ¿Cuál es la palanca que
debemos accionar para salir de ese marco de fabricación del autismo? ¿Cuál, si no
es, en un primer tiempo, el de explorar su material?
Y para ello nombrar, con todo, el “acto de fe” que John Watson (cuyo libro
Behaviorism21 hizo que Freud reaccionara en 1925) formuló en su prefacio de 1930:
El behaviorismo, como intenté explicarlo en mis conferencias en Colombia y en mis
primeras obras, intentaba aplicar al estudio experimental del hombre el tipo de razo-
namiento y el vocabulario que numerosos investigadores utilizaban desde hacia tan-
tos años en el estudio de animales inferiores al hombre. Creíamos entonces, y segui-
mos creyendo, que el hombre es un animal que se distingue de los demás únicamente
por ciertos tipos de comportamiento. [...] El simple hecho de que el psicólogo, en
tanto que tal, si tiene que permanecer científico, no debe describir el comportamien-
to del hombre en otros términos que no sean aquéllos que emplearía para describir
el de la res en el matadero, ha ido alejando más y más del movimiento behaviorista
a muchos espíritus timoratos.22
TEACCH, es decir, Treatment and Education of Autistic and Related Communication
17
Handicapped. [Tratamiento y educación de autistas y enfermedades relacionadas con la
comunicación].
Donna Williams, Si on me touche je n’existe plus (Nobody Nowhere, 1992), Laffont, París,
18
1992.
Uta Frith, L’énigme de l’autisme, (Autism: Explaining the Enigma, 1986), O. Jacob, París,
19
1992. [En español: Autismo: hacia una explicación del enigma, Alianza, Madrid, 1992.]
Ver más adelante, documento de Marie – Claude Thomas: “Un hermoso órgano, el cere-
20
bro”.
John Watson, Le Behaviorisme (Behaviorism, 1925), Les classiques de la psychologie,
21
Centre d’Etude et de Promotion de la Lecture, París, 1972.
John B. Watson (1878-1958), estudió zoopsicología en la Universidad de Chicago (“En
22
Chicago, dice un apotegma famoso, todo se utiliza, salvo el grito de los cerdos”, G.
Duhamel). Escribió en 1913 “Psychology as Behaviorism Views it”, artículo que le pone
fecha de nacimiento a una psicología llamada “científica” por el hecho de que se cons-
triñe a referirse solamente al comportamiento observable y a las interacciones del orga-
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La profesión de Temple Grandin, ingeniera y diseñadora de instalaciones de
tratamiento de ganado para los ranchos, los cercados y los mataderos, se presenta
en ese contexto como una manera de réplica contundente...
El punto central de mi hipótesis puede ser presentado de la siguiente manera: el
autismo, esta “parálisis de lengua”, en su puesta en perspectiva con una mutación
de la concepción del lenguaje, sería más un afecto de lengua, el afecto de la lengua,
que una afección de la palabra, eventualmente tratable por ortofonía. Operar un
desplazamiento con relación a la etiología de una supuesta disfunción cerebral y
llevar el autismo al nivel de un síntoma y de un afecto de lengua equivale a llevarlo
hasta el nivel del mensaje, de la poética. Si el sujeto, sujeto dividido, es un “poema
viviente”, entonces precisamente en el caso del autismo queda al desnudo lo si-
guiente: que el afecto está hecho de la estructura incorporada.
El espíritu está descompuesto, congelado, salvo si reaparece como agua viva,
silenciosa angustia, o como protoplasma nietzscheano, como “trastorno invasor”
de la sociedad: las asociaciones-autismo, los salones del Autismo, las células esta-
tales sobre el autismo-discapacidad, la “distinción del autismo”, etc., no bastan ya
para zonificarlo.
Despliegue, en pequeñas pinceladas
El tratamiento, la toma de la lengua en la ciencia, en el sentido preciso en que la
lengua fue tomada en el gayo saber, el amor y el deseo hacia Beatriz por Dante en
el siglo XIV, o bien tomada en la Bildung y la traducción por los románticos alema-
nes en el siglo la XIX, siempre en un contexto de luchas políticas y económicas, ese
tratamiento, esa toma por la ciencia tiene efectos sobre la concepción de las len-
guas, como los hubo para el italiano o el alemán.
A partir de una observación de C. Imbert en su Introducción a los Ecrits logiques
et philosophiques23 de G. Frege sobre la formalización de las lenguas, es decir su
escritura en letras algebraicas —lo que permitiría “el pensamiento puro” o ideo-
grafía, y lo que “renovó el análisis espontáneo de las lenguas comunes, principal-
mente en sus empleos filosóficos”—, se nota que ese efecto de la formalización, de
nismo y su medio; luego, en 1919, Psychology from the Standpoint of a Behaviorist,
manual de psicología humana determinada por la fórmula pavloviana de “estímulo-
respuesta”; sus obras posteriores, entre ellas Behaviorism, de 1925, constituirán el desa-
rrollo de esto. Ver A. Tilquin, Le Behaviorisme, Origine et développement de la psychologie
de réaction en Amérique, Vrin, 1950.
Gotlob Frege, Écrits logiques et philosophiques (1879-1925), traducidos al francés y pre-
23
sentados por Claude Imbert, Seuil, París, 1971.
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la grafematización de las lenguas, ejerce una presión sobre las lenguas naturales
en la medida en que tienden cada vez más a ajustarse a las exigencias de los
tratamientos “científicos”, en particular por una simplificación, un empobrecimiento,
una uniformación perceptibles, las exposiciones en los congresos de psiquiatría
resultan ejemplares respecto a esto.
La simplificación se aumenta con una pérdida del sentido de uso de las lenguas.
Se ha podido hacer referencia a la moneda para hablar del lenguaje: se trataría
aquí de un aumento del valor “mercantil”, cuantitativo, del lenguaje por la comuni-
cación de informaciones en detrimento del valor de uso, cualitativo, para quien lo
utiliza. Este punto también es sugerido por C. Imbert: la lengua ideográfica de
Frege “ofrece, además de una característica más fina que las de las palabras de la
lengua natural que arrastran con ellas su sentido de uso, una teoría de la deduc-
ción enriquecida por los axiomas y las reglas de la cuantificación”.
El problema que quiero subrayar es éste. De un principio metodológico, por
ejemplo el behaviorismo que excluye el psiquismo y los resultados que son conse-
cuentes con él, o bien una lingüística que excluye el acto de palabra, y de sus
resultados; de una constricción necesaria, por ejemplo, reducir el valor de uso de
las palabras de una lengua natural, y de los resultados de dicha reducción, se
desemboca poco a poco en concepciones del lenguaje que olvidan a partir de qué
constricciones, de qué sustracciones están formadas. Así pueden imponerse como
“naturales”. Además, olvidan —imaginario de la “ciencia pura”— a qué determina-
ciones económicas obedecen, de qué efectos de lucha resultan, de qué matriz de
poder provienen: todo conocimiento es interesado e histórico.
Ahora bien, esas concepciones del lenguaje y esas concepciones “científicas” de
las enfermedades mentales, verdaderas o falsas —ahí no está el asunto—, pero
que existen —las de Bloomfield, de Chomsky, de Kanner o de Despert, por ejem-
plo—, tienen efectos prácticos que tienen a su vez efectos reales, no solamente
sobre los sujetos parlantes por relevos muy sutiles como los de la educación o del
aprendizaje de las lenguas, sino también sobre las posiciones subjetivas frente a la
palabra que se articula en una lengua que se ha vuelto “lengua-objeto” para “ni-
ños-objeto”. Estas concepciones “abstractas” dan una inflexión, trabajan a los
sujetos y adquieren realidad por el hecho de su potencia de efectos sobre
los cuerpos: L. Despert destaca que las madres de sus pacientes jóvenes rodean
a su hijo con un aura científica: están orgullosas de su propia “objetividad”,
se refieren a la “observación” de su hijo objeto-clínico, etc.
El autismo, la verdad del autismo en tanto que es síntoma, aparece entonces,
por inversión, como una resistencia, un punto crítico que viene a señalar, a signar
que del lenguaje, donde sin embargo el sujeto habita, no queda más que un instru-
mento paralizante, persecutorio. La envoltura de la lengua cayó, sólo queda su
efracción, sin efecto de superficie, en los cuerpos: un agujero donde un cuerpo
de niño vivo, mudo y desorientado está afectado. El niño autista como objeto a de
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un discurso con muchas bocas entre las cuales una de ellas es pasablemente muda,
no es un scoop.
∞∞∞∞
Si Leonard Bloomfield (quien, hago notar, fue el inspirador científico de una
formación lingüística del Army Special Training Programm24 en el momento de la
guerra del Pacífico en 1941, y luego, sobre esa base, de la renovación de la ense-
ñanza escolar de las lenguas vivas en Estados Unidos) reescribió enteramente y
por su propia iniciativa, veinte años más tarde, su libro de 1914 dentro de la meto-
dología anti-mentalista del behaviorismo (“This book is a revised version of the
author’s Introduction to the Study of Language, which appeared in 1914...”),25 pa-
rece que, por el contrario, en lo que concierne a F. de Saussure y la lengua france-
sa, fue sin él, fue sin ella, como los trabajos del lingüista ginebrino estuvieron
atrapados durante mucho tiempo dentro de una perspectiva reduccionista del
estructuralismo.
Desde hace algunos años, se están realizando nuevas lecturas de Saussure y
críticas del cognitivismo. Me contentaré con citar por el momento este párrafo de
La Vie énigmatique des signes, Saussure et la naissance du structuralisme:
Es lo que hizo Chomsky al plantear el juicio de gramaticalidad como criterio de la
refutabilidad de los modelos lingüísticos. Pero esta tesis obliga a considerar a los
actos de lenguajes como juicios, actos de conocimiento, y a la lengua como un saber.
Ahora bien, como lo mostrará la segunda parte (del libro), Saussure construye la
hipótesis de la lengua explícitamente contra semejante representación: no admite
que el análisis en el que consiste un acto de lenguaje sea un acto del sujeto parlante
comparable al del gramático, es decir un saber, porque defiende la tesis de acuerdo
con la cual el lenguaje está hecho de sentimientos y no de juicios, y sólo esta tesis
permite dar cuenta de cierto número de fenómenos del lenguaje, particularmente su
variabilidad interna”.26
Relectura entonces de lo que es “la raíz del problema del lenguaje: el signo es el
concepto de lo que ‘es espiritual pero real’”.27
Georges Mounin, La linguistique du XXe siècle, PUF, París, 1972. [En español: La lingüís-
24
tica del siglo XX, Gredos, Madrid, 1976].
Leonard Bloomfield, Le langage, Payot, París, 1970; Language (1933), George Allen &
25
Unwin, 1967. [En español: El lenguaje. Introducción al estudio del habla, Fondo de Cul-
tura Económica, México, 1954].
Patrice Maniglier, La vie énigmatique des signes, Saussure et la naissance du structuralisme,
26
Leo Scheer, París, mayo de 2006. Las cursivas son del autor.
P. Maniglier, op. cit., pp. 24-27.
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LENGUAUTISMO
¿Qué lengua hay para el autismo? ¿La lengua-silencio de las películas de F.
Deligny?* ¿La lengua-señalización del Teach Program? ¿La lengua-semiótica del
paidopsiquiatra P. Delion? O bien nuestra lengua, la que hablamos todos los días...
Dosier
Un hermoso órgano, el cerebro.
La etiología supuesta del autismo se hace, a partir de los años 70, alrededor del
significante-amo cerebro o SNC, en su versión “científica” y en su versión “popular”.
L’autisme (1978) M. Rutter, E. Schopler, PUF, 1991.
“Las observaciones clínicas de estas tres últimas décadas han puesto en cues-
tión una anomalía de los mecanismos vestibulares en el niño autista.” (Ornitz,
1970), p. 149.
Ma vie d’autiste (1986), Temple Grandin, O. Jacob, 1992.
“Mi sistema nervioso, mi cerebro dañado me mantenía prisionera”, p. 56.
“El autismo es provocado por una lesión del sistema nervioso central. Es un
problema fisiológico”, p. 81.
“En varias ocasiones en su libro, Temple Grandin no se limita ya a su auto-
observación, sino que aborda el difícil problema de las causas del autismo. Ella
considera, junto con la mayoría de los autores de lengua inglesa, que se trata de
un trastorno del desarrollo del sistema nervioso vinculado con factores múlti-
ples”, p. 23. (Prefacio del Doctor Gilbert Lelord).
L’énigme de l’autisme (1989), Uta Frith, O. Jacob, 1992.
“Pero aunque los estudios sigan suministrando pruebas directas de la existen-
cia de una patología cerebral en numerosos individuos autistas, no permiten apuntar
a ninguna área particular. Sin embargo, un estudio reciente por IRM, realizado por
Courchesne y sus colegas, parece indicar una pista prometedora. Estos investiga-
dores en efecto descubrieron una malformación inhabitual, en una pequeña re-
gión del cerebelo...”, p. 122.
Para probar la deficiencia de un “instinto de coherencia central”, U. Frith cita a
T. Grandin y sus intereses por cosas a las cuales la mayoría de la gente no le presta
prácticamente ninguna atención: “...recuerdo que examinaba intensamente la are-
na, como un investigador observando un espécimen en el microscopio...”, p. 181.
Moi, l’enfant autiste (1992), Judy Barron, Sean Barron, Plon, 1993.
“En 1965 fue cuando nos enteramos, mi marido y yo, de que Sean, nuestro hijo
de cuatro años, era autista”, p. 7.
* Director de cine francés, autor de una película sobre un autista, Le moindre geste [El
más mínimo gesto] (1971). [N. de T.]
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MARIE-CLAUDE THOMAS
“¿Autista? Era la primera vez que escuchábamos esa palabra.
“Es una disfunción del cerebro, explicó. Debe haber nacido con eso. Se ignora su
causa, y no se sabe siquiera lo que es en realidad...”, p. 71.
“A partir de 1964, leí una multitud de obras consagradas al autismo. Todavía
hoy se ignora la causa, aunque en general se concuerda en pensar que su origen es
biológico y no psicológico”, p. 314.
“Entonces los especialistas definieron límites; establecieron un marco en el in-
terior del cual los autistas están confinados, más allá del cual no pueden progre-
sar”, p. 316.
Si on me touche, je n’existe plus (1992), Donna Williams, R. Laffont, 1992.
“Creo que en el caso del autismo, es el mecanismo que controla la afectividad lo
que no funciona correctamente”, p. 292.
“En el peor de los casos, el traumatismo engendrado por un mensaje demasiado
directo, o lastrado por una carga emocional, bloquea la capacidad del cerebro para
volver a encontrar alguna o varias palabras que permitan enunciar una frase nor-
malmente”, p. 298.
“Parece que el autismo se debiera a una anomalía del desarrollo cerebral que
provocaría una incapacidad para tratar correctamente la información”, p. 9 (Pala-
bras preliminares del Prof. A. Clare).
“Su origen no debe buscarse en un mal comportamiento de los padres, sino más
bien en una anomalía del desarrollo cerebral que ha podido sobrevenir por diver-
sas razones, ya sea antes del nacimiento, o en la primera infancia”, p. 13. (Prefacio
del Dr. L. Bartak).
Penser en Images (1995), Temple Grandin, O. Jacob, 1997.
“El gran continuum, diagnosticar el autismo: los investigadores demostraron
muy claramente que el autismo era un trastorno neurológico que provocaba ano-
malías precisas en el cerebro”, p. 56.
“Creerle a la bioquímica, medicamentos y nuevas terapias”, Capítulo 6,
p. 129.
L’enfant hérisson, Autobiographie d’une autiste, Katia Rohde, Imago, 1999.
“La ausencia de toda ayuda fue colocada en mi cuna por un hada del mal tipo de
hadas: yo era autista”, p. 19.
“...de tal modo que los tormentos de mi cerebro agujereado como la piedra
calcárea se hacían notar continuamente”, p. 36.
“Gracias al apoyo (del método Facilited Communication), los trastornos nervio-
sos debidos a la disfunción del sistema neurológico se compensan”, p. 11 (Ulla
Rohde).
L’autisme, de la recherche à la pratique, A. Berthoz, O. Jacob, 2005.
“Es muy frecuente que existan síntomas o signos de una disfunción del sistema
nervioso central (SNC) en el conjunto de los estudios de poblaciones sobre el
autismo”, p. 31.
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LENGUAUTISMO
“El hecho de saber hoy que el autismo es una enfermedad genética nos deja la
responsabilidad de encontrar, juntos, con los padres y los médicos, profundizan-
do las bases neuronales de estos déficit, medios para compensarlas. Se necesita
confiar en la notable plasticidad del cerebro cuando se sabe provocarla.”, p. 290.
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